647
Habito cada noche un vacío de mi que huele blanco
Tu nombre en el paladar antes de la palabra
962
Cuando se apaga el espejo
una pared delimita la sombra y la lengua se desvía de la mirada
surge la imagen transparente que se acerca al olvido susurrando un cielo improbable
un soplo leve erizado en la piel
abrazado al oído
Es alzada la luna sobre la piedra pulida
brilla abundante la fruta en el pedestal antes vacío
y vuelve dulce el aroma de los gemidos entre los árboles del bosque nómada
El cristal adentro es húmedo y refugio
y los días innecesarios
979
Los lugares frecuentes aparecen lejanos con el silbido de las espinas
Duele el peso de las visiones en perpetua huida
El vaciado del rostro acaricia la pena
Ya cunde el polvo sobre las flores y la quietud penetra en la herida
Entrego la respiración al día que no existe
he aprendido su forma
612
El flujo de la marea duerme entre sonidos imperceptibles
pero no es calma su reposo
son los insectos donde el tacto
Ya no sirven las manos
960
Hay una alternancia de palabras descosidas que interrogan la belleza
una blancura desbordante que atrapa los insectos transportados por el viento
Hay gargantas invencibles devorando el silencio de la luna amarilla
agitando los refugios de los senderos vacíos
Pero la verdad del acto es una
En las puertas del reino solo abunda el óxido de la demora
y la espuma del pecho violento
Tu lugar es el margen de un arrabal en llamas
707
Las luces de la noche cabalgan gelatinas cuyo derrame temo
Es la certeza del frío en los márgenes llenando el cansancio
Cuánto alimento desciende a la comisura de los agonizantes
952
Desciende una luciérnaga a las páginas ardidas de la lluvia
Es su luz reconocida por el tacto antiguo de la piel
por el aroma constante en el paisaje
Acude la humedad susurrada por las manos en palabras luminosas
agitando a los insectos
convocando los descensos
La deriva en los márgenes
647
Habito cada noche un vacío de mi que huele blanco
Tu nombre en el paladar antes de la palabra
962
Cuando se apaga el espejo
una pared delimita la sombra y la lengua se desvía de la mirada
surge la imagen transparente que se acerca al olvido susurrando un cielo improbable
un soplo leve erizado en la piel
abrazado al oído
Es alzada la luna sobre la piedra pulida
brilla abundante la fruta en el pedestal antes vacío
y vuelve dulce el aroma de los gemidos entre los árboles del bosque nómada
El cristal adentro es húmedo y refugio
y los días innecesarios
979
Los lugares frecuentes aparecen lejanos con el silbido de las espinas
Duele el peso de las visiones en perpetua huida
El vaciado del rostro acaricia la pena
Ya cunde el polvo sobre las flores y la quietud penetra en la herida
Entrego la respiración al día que no existe
he aprendido su forma
612
El flujo de la marea duerme entre sonidos imperceptibles
pero no es calma su reposo
son los insectos donde el tacto
Ya no sirven las manos
960
Hay una alternancia de palabras descosidas que interrogan la belleza
una blancura desbordante que atrapa los insectos transportados por el viento
Hay gargantas invencibles devorando el silencio de la luna amarilla
agitando los refugios de los senderos vacíos
Pero la verdad del acto es una
En las puertas del reino solo abunda el óxido de la demora
y la espuma del pecho violento
Tu lugar es el margen de un arrabal en llamas
707
Las luces de la noche cabalgan gelatinas cuyo derrame temo
Es la certeza del frío en los márgenes llenando el cansancio
Cuánto alimento desciende a la comisura de los agonizantes
952
Desciende una luciérnaga a las páginas ardidas de la lluvia
Es su luz reconocida por el tacto antiguo de la piel
por el aroma constante en el paisaje
Acude la humedad susurrada por las manos en palabras luminosas
agitando a los insectos
convocando los descensos